
Cuando en la noche de este miércoles 14 se conoció la noticia de Rubén “Tin” Placánica, un ramalazo de dolor y recuerdos envolvió a los saavedrenses memoriosos de sus hazañas y a las generaciones de jóvenes cuyos oídos recibieron su nombre de ídolo como herencia legendaria.
Para los años ’60 del siglo pasado, Saavedra todavía transitaba sus sueños de pujanza desde los rieles identitarios del ferrocarril, que movilizaba la economía local. Por las calles circulaban otras ruedas: la de “Tin”, que conjugaba su trabajo de cartero con el pedaleo deportivo.

Pronto comenzó a destacarse a nivel regional y nacional, representando además los colores albicelestes –que coincidían con los de su filiación local, Atlético Saavedra- en pruebas internacionales. La dupla que conformó con el también fallecido Eduardo Sánchez se hizo un lugar insustituible en la memoria del deporte.
En la primavera de 1964, hace casi 58 años, la estación ferroviaria despidió y recibió al máximo ídolo deportivo de la historia local, que participaría de las Olimpíadas de Tokio. En la prueba de los 100 kilómetros contrarreloj, la cuarteta de ruta que integró arañó el podio.

Fue un cuarto puesto, celebrado en Saavedra como un triunfo comunitario. Por entonces, en un mundo más artesanal y lejano, viajar a Japón y participar de los Juegos Olímpicos equivalía a una travesía por el cosmos.
Muchos años después, en 1992, su hijo Fabio repetiría la hazaña, participando en la cita olímpica de Barcelona. La pasión por el ciclismo y el talento se habían plasmado en los genes.

Poco antes, en 1988, Saavedra había cumplido su centenario y, entre las emociones a flor de piel, emergía siempre el apodo de “Tin” como uno de los más significativos recuerdos compartidos. La localidad ya no vivía las esperanzas de un cuarto de siglo antes, y el nombre de su ídolo era un buen recuerdo al que aferrarse. También un legado para los pibes y pibas que nacían y tenían en él un ejemplo cercano al que mirar.

En la noche del miércoles, cuando el corazón de “Tin” no logró superar las derivaciones de un tercer proceso de COVID-19, cada saavedrense habrá sentido la tristeza de la noticia y la memoria de los momentos compartidos con familiares y amigos en torno a los pedales de aquella gloriosa bicicleta que manejaba un vecino más. Aquel que había llevado el nombre del pueblo a los primeros planos del deporte mundial: Rubén Placánica. O, simplemente, “Tin”.

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